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Las redes familiares y comunitarias se fortalecen, mientras el patrimonio de nuestros beneficiarios se construye.

La participación social, debe ser un acto siempre presente en en los programas de asistencia. El hecho de involucrar a los beneficiarios en la ejecución de los proyectos, promueve no solo el desarrollo de su patrimonio, sino que es un método efectivo para dejar a un lado actitudes paternalistas, en que la gente depende de la autoridad para resolver sus necesidades y que significa un cambio al panorama cultural de generaciones enteras.

Para Vamos a Dar, la participación social nos ha permitido influir en la reducción de los índices del déficit de vivienda en el Estado de México. En México, la realidad indica que 6 millones de familias viven en déficit de hogares. Es decir, que para conseguir tener una vivienda digna de manera sostenible, han tenido que hacerse de alternativas fuera de aquellas que promueven los programas de vivienda de tipo social. Esto se debe a que, la mayoría de ellas, habitan en comunidades marginadas de carácter rural e indígena, con terrenos irregulares y, económicamente, subsistiendo con sueldos por debajo a 5 salarios mínimos.

Ésta es una razón de peso que les excluye de los programas de vivienda de interés social, los cuales exigen una serie de requisitos, como: formalidad en el empleo, antigüedad (ahorro acumulado) e ingreso, entre otros. Esta situación no sólo limita los alcances de los programas sino que refuerza la marginación de millones de personas en situación de pobreza.

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Las habilidades que adquieren nuestros beneficiarios, les permiten utilizarlas en un futuro, a través del autoempleo o la ampliación de su patrimonio.

Desde esta perspectiva, la autoconstrucción de vivienda es una estrategia muy efectiva, empleada por diversos sectores de la sociedad, en especial de aquellos sectores que se encuentran en la base de la pirámide social. En un contexto económico áspero como el actual, las familias de comunidades indígenas han hecho de la autoconstrucción su estrategia para enfrentar el rezago habitacional.

La gestión de la autoconstrucción involucra a varios actores con responsabilidades clave para lograr un esquema sustentable: Las instituciones gubernamentales relacionadas con el tema de vivienda otorgan subsidios y materiales sustentables para la construcción, así como también diseñan los planes de apoyo y los procedimientos para permitir la afiliación de las familias a los programas de autoconstrucción.

Las instituciones de la sociedad civil organizada, realizan los diagnósticos necesarios que permiten crear soluciones adecuadas para cada familia, apalancan otros apoyos provenientes de la asistencia privada y también proveen de la asistencia y supervisión de arquitectos y otros expertos de la construcción. Y, por su parte, los beneficiarios deben aportar un valor cercano al 10% del costo de la vivienda, junto con la mano de obra.

A propósito de esto, la autoconstrucción involucra redes familiares y comunitarias. Uno de sus valores agregados es que, a través del trabajo familiar, los costos operativos se disminuyen (cuando se contrata mano de obra en la misma comunidad) o se eliminan por completo (cuando los integrantes de la familia conocen el oficio de la construcción).

El objetivo del Programa de Vivienda Digna de Vamos a Dar es beneficiar a familias de escasos recursos que habitan en comunidades indígenas marginadas del Estado de México, es proporcionar las facilidades para construir una vivienda digna y ecológica de 60m2, con buen espacio para vivir y ecotecnias instaladas listas para usarse. Para hacerlo posible, contamos con el apoyo de organismos federales y estatales relacionados directamente con temas de vivienda social, ayuntamientos y con los donativos de personas físicas y morales (empresas y donadores privados).

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La autoconstrucción asistida puede ser considerada como la mejor estrategia, entre familias de escasos recursos, para hacerse de un patrimonio digno.

A través de esta alianza, se pretende impulsar la formación de nuevos hogares, resultado mismo del esfuerzo de las familias beneficiadas, quienes se identifican con el proceso de construcción de su casa, fortaleciendo el arraigo y sentido de responsabilidad por su patrimonio. Se genera un reto familiar y sana convivencia, porque participan todos los miembros de la familia en la faena, directa o indirectamente.

Los beneficiarios del Programa de Vivienda Digna de Vamos a Dar, han aprendido a valorar sus casas debido al esfuerzo que cuesta conseguir el apoyo, administrar los materiales, aportar la mano de obra y, sobre todo, mantenerla. Todos sabemos lo que representa ser dueños de un patrimonio cuando se sabe que nada ha sido, en absoluto, un regalo.

La promoción de nuestro programa de autoconstrucción tiene horizontes más allá que sólo construir casas:

* Ofrece la oportunidad de involucrar a las familias en la planeación y cuidado de sus propias viviendas.

* Ofrece los espacios habitacionales adecuados a las necesidades de los usuarios, erradicando por completo cualquier condición de hacinamiento e higiene.

* Ofrece respuesta a las necesidades de intervención social de primera necesidad.

* Se convierte en un medio de empoderamiento de las familias y sus integrantes, al promover, por la vía del trabajo propio, el mejoramiento de su calidad de vida.

* Las personas se enseñan a trabajar sobre una meta y esto les permite tener una visión diferente de la vida, para poder alcanzar todo lo que se propongan.

* La visión que los padres de familia adquieren al construir su casa, es transmitida a sus hijos. El mensaje que transmiten se relaciona con el esfuerzo que es necesario hacer para hacer realidad  grandes proyectos en su vida.

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